Desde hace un tiempo estoy ayudando a papá a desocupar la casa de mi abuela. Es decir, la casa donde papá vivió parte de su infancia y juventud, hasta que se casó.
Allí hubo una familia, una historia, muchas historias, la de cada uno de sus miembros, la que tejieron entre todos.
Allí hubo ruido de cacerolas, de manos poniendo la mesa, de cebolla friéndose, de manos lavando los platos, de puertas abriéndose y cerrándose. Hubo olor a café y a tostadas, a leche hirviendo, a salsas, a carnes, a tortas.
Allí hubo niños y hubo padres, hubo risas y juegos, peleas de hermanos, llantos y retos, celos, amores y odios. Hubo noches silenciosas en las que se dormía al amparo de los mayores, con la tranquilidad de saber que allí estaban todos, cerca, en casa.
Después hubo un padre que partió demasiado pronto y una familia que nunca volvió a ser la misma.
Hubo compuertas que se abrieron violentamente y ventanas que se cerraron por años.
Hubo compuertas que se abrieron violentamente y ventanas que se cerraron por años.
Hubo una tía que nunca se casó y que enterró para siempre el nombre del amor, como si se tratara de una palabra inexistente.
Hubo otra tía que tampoco se casó y que enterró para siempre la realidad, como si fuera una palabra cuya densidad era incapaz de soportar.
Hubo otra tía que tampoco se casó y que enterró para siempre la realidad, como si fuera una palabra cuya densidad era incapaz de soportar.
Hubo un hermano ausente y otro hermano que hizo lo que pudo.
Hubo el tiempo.
Entre las cosas que encontré ayudando a papá a desocupar la casa, hay:
- algunos collares de perlas, guardados entre algodones
- dos polveras antiguas
- incontables pares de guantes
- un pequeño ramillete de flores de tela de distintos colores, en una cajita azul.
- una foto que retrata a un grupo de flamantes maestras normales, saludando desde la cubierta de un barco
- mi tía L. en el campo, con un ramo de margaritas gigante en los brazos
- un documento de mi bisabuelo, donde está asentado el nacimiento de mi abuela
- el banquito de zapatero donde todos en la casa se lustraban los zapatos
- una antigua máquina de coser
Allí, en esas pequeñas cosas, está la historia de una familia, de lo que fue y lo que será para siempre, y que se revela así: en unas fotos, en unas perlas, en unas pequeñas flores de tela de colores.
Pequeñas cosas que también siguen escribiendo mi propia historia.
Pequeñas cosas que también siguen escribiendo mi propia historia.