Imagen: "Barco sonámbulo", Pavel Bergr

29 de septiembre de 2013

Súper 8

Un programa

Por ejemplo, un viernes a la tarde. Caminar por Almagro, entrar en una librería, sentarse en una sillita entre libros y juguetes antiguos, y ver El globo rojo proyectado en Súper 8.



Foto: Bet Z
Librería El Globo Rojo, Medrano al 700.



23 de septiembre de 2013

Decisiones





Por empezar, no empezó. Ya tendría que haber llegado, pero no está aquí. Quién sabe qué tarea la mantiene ausente, demorada en quién sabe qué detalles, qué ajustes, qué correcciones. 
Porque no da igual. 
El blanco de los jazmines- el blanco de cada jazmín- no es siempre el mismo. Hay que dar, cada año, con el blanco más blanco del mundo, con el más dulce y a la vez, el más delicado. Hay que decidir- cada vez- el rojo, el verde, el violeta, el lila, el azul, el amarillo, el rosa, el celeste, el naranja. Y después de eso, hay que decidir los matices. Que son infinitos. Infinitos. Y ahí anda la pobre, con las manos desbordadas de colores, de texturas, de formas, de aromas posibles. Mira, huele, toca, y no se decide. A veces cree que lo mejor sería derramar todo de una buena vez, así como está, sin seleccionar nada. Pero tiene miedo. Es tanto. Imagínense, abrir una mañana los ojos y que toda la belleza del mundo nos bañe el cuerpo, nos aturda así, sin límites, excesiva, abrumadora, endemoniada, inasible.
Ay, ella no sabe si podríamos resistirlo. O si los ojos se nos desharían licuados en lilas, y las manos se nos harían agua de azahar, y la piel, espinas sedientas, y el corazón, un manojo de hierba alimonada que el viento convierte en polvo. 

Ella está ahí, quietecita, con tanto entre las manos, y no sabe qué hacer.
No la apuremos.

Pero, por las dudas, estemos preparados.



13 de septiembre de 2013

Tiempo loco


Imagen: Jacek Yerka


Hoy fue un día raro. Mi percepción del tiempo fue rara.

* A las 14.52 hs. llegamos al banco. Había 9 personas delante de nosotros. La cola avanzaba muy despacio. Con O. hablamos de bueyes y de cheques perdidos, de si íbamos al súper después del banco o a la nochecita, de qué íbamos a cenar hoy. También imaginamos que O. sin querer-se apoyaba en la cinta (esa que ponen en el banco para ordenar la cola), y que se caía, y que su caída provocaba la caída de las otras personas que estaban en la cola, y que además se caían los soportes metálicos de la cinta, y que con el ruido y la confusión entraban en acción los guardias de seguridad desenfundando sus armas, y que se activaban todas las alarmas del banco incluida la de incendio, y que comenzaba a caer una lluvia que nos empapaba a todos, y que en medio del caos generalizado alcanzábamos a ver cómo nuestro cheque era pisoteado por varios pares de zapatos antes de deshacerse bajo el agua.
Cuando salimos del banco, miré el reloj. Eran las 15.05.  "No puede ser", pensé. Entonces miré la hora en el celular: 15.05.  "Andan mal", me dije.


*A las 16 hs hablé por telé fono con M. Hablamos un rato largo. Después me cambié y salí hacia mi clase de movimiento. Caminé despacio, muy despacio. Entré en una dietética, pregunté por diferentes tés, miré las galletitas, los budines integrales, la miel, los mix de frutas secas. Charlé con el dueño sobre la buena calidad de una de las marcas. Salí. Entré en una feria americana. Recorrí detenidamente los percheros, miré las remeritas, las blusas, los pantalones. Pasé por el vivero. Miré las alegrías del hogar, pregunté el precio del jazmín trepador y el de las margaritas. Llegué a destino. Eran las 16. 30. "No puede ser", pensé. Miré la hora en el celular: 16. 30. "Andan mal", me dije.

Y sin darle más vueltas al asunto, entré a la clase y bailé feliz, sin parar, no sé por cuánto tiempo.
Qué importa.
Hoy tengo todo el tiempo del mundo.




6 de septiembre de 2013

Sueños


Foto: Bet Z


Los delfines no juegan en las olas
como la gente cree.
Los delfines se duermen bajando hasta el fondo del mar.
¿Qué buscan? No sé.
Cuando tocan el fin del agua
despiertan bruscamente
y vuelen a subir porque el mar es muy profundo
y cuando suben ¿qué buscan? No sé.
Y ven el cielo y les vuelve a dar sueño
y vuelven a bajar dormidos,
y vuelven a tocar el fondo del mar
y se despiertan y vuelen a subir.
Así son nuestros sueños.


Los delfines, Silvina Ocampo

Bares notables. Hoy: El Faro

Para algunos queda en Villa Urquiza. Otros afirman que pertenece a Parque Chas. En ese territorio difuso  está El Faro, alumbrando antiguas historias de dos emblemáticos barrios porteños.




 Este tiene "entradita" bien definida :)


El piso evidentemente fue renovado, pero  la vieja barra  resiste.






El Faro está más refaccionado que otros bares notables (al menos, se le nota más), pero me gusta porque es amplio y luminoso,  porque está en un límite incierto entre dos barrios que me encantan y por sus ventanas con este  fileteado.