Sybil Carmen, 1915.
"Hoy es mi cumpleaños", dijo Selene.
Y ahí nomás llamó a los cisnes y a los patitos feos, a los niños y a los lobos, a los poetas y a los astrónomos.
"¡Vengan, vengan!", dijo.
"Habrá globos, tortas de crema, cine, cráteres donde sentarse a conversar y terrazas para contemplar la noche negra, el paso de los cometas, el vuelo de los ángeles y la morosa rotación de la pequeña esfera azul, allá a lo lejos.
¡Vengan, vengan! Podrán soñar lo que quieran o lo que teman: prometo no molestarlos.
Hombres, mujeres, perros, sapos, golondrinas y lagartos, ¡vengan a la fiesta de la Luna!"
Solo tienen que subir a la nave y abrocharse los cinturones.
Buen viaje.
Buen viaje.
George Melies, Viaje a la luna (1902)
No importa si realmente existe.
Si es cierto que un hombre hundió su pie
en su suelo de tiza
Si los telescopios la exploran
o la inventan.
Lo que importa es
el aullido de los lobos
y el canto de los niños
el verso de un poeta que dice
"hay tanta soledad en ese oro"
o ese otro que exclama
"¡está la luna loca!"
Lo que importa es
que siempre habrá el lado oscuro
el reflejo en el agua que una nube deshace
el espejismo de una luz robada.
¡Qué importa si realmente existe!