Imagen: "Barco sonámbulo", Pavel Bergr

22 de enero de 2015

Más Márai


Sándor Márai



Mi destino soy yo
-Porque en la vida de un hombre no solamente ocurren las cosas. (...) Uno también construye lo que le ocurre. Lo construye, lo invoca, no deja escapar lo que le tiene que ocurrir. Así es el hombre (...) Es como si se mantuviera unido a su destino, como si se llamaran y se crearan mutuamente. (...) No existe ningún ser humano lo bastante fuerte e inteligente para evitar mediante palabras o acciones el destino fatal que le deparan las leyes inevitables de su propia naturaleza y carácter.


Ser o no ser
El deseo de ser diferente de quienes somos: no puede latir otro deseo más doloroso en el corazón humano. Porque la vida no se puede soportar de otra manera que sabiendo que nos conformamos con lo que significamos para nosotros mismos y para el mundo. Tenemos que conformarnos con lo que somos (...) Tenemos que soportarlo, ese es el único secreto. Tenemos que soportar nuestro carácter y nuestro temperamento, ya que sus fallos, egoísmos y ansias no los podrán cambiar ni nuestras experiencias ni nuestra comprensión. 


Felices los infieles
¿Qué significa la fidelidad, qué esperamos de la persona a quien amamos? (...) ¿Exigir fidelidad no sería acaso un grado extremo de la egolatría, del egoísmo y de la vanidad (...)? Cuando exigimos a alguien fidelidad, ¿es acaso nuestro propósito que la otra persona sea feliz? Y si la otra persona no es feliz en la sutil esclavitud de la fidelidad, ¿amamos a la persona a quien se la exigimos? Y si no amamos a esa persona ni la hacemos feliz, ¿tenemos derecho a exigirle fidelidad y sacrificio?


Pasión secreta
...la más secreta de todas las pasiones de la vida de un hombre, la que se esconde más allá de los papeles, disfraces y enseñanzas, en los nervios de cada hombre, en lo más recóndito (...) es la pasión por matar. Somos humanos (...) no podemos evitarlo... Matamos para defender, matamos para conseguir, matamos para vengarnos... 

Oriente y Occidente
En Bagdad fuimos invitados de una familia árabe. Son gente nobilísima. (...) todo refleja en ellos una nobleza a la antigua usanza, parecida a la nobleza ancestral, de cuando el hombre se dio cuenta de su rango en el caos de la creación. Hasta aquella noche se habían comportado con nosotros  más bien a la europea (...) Sin embargo, aquella noche vimos algo muy diferente. Los huéspedes llegaron después del atardecer (...) El fuego ya ardía en medio del patio y se elevaba un humo maloliente, el humo penetrante de la hoguera (...) A continuación trajeron un cordero, un cordero blanco; el anfitrión sacó su cuchillo y lo mató con un movimiento imposible de olvidar. Ese movimiento no se puede aprender, ese movimiento todavía conserva algo del sentido simbólico y religioso del acto de matar, del tiempo en que acto significaba una unión con algo esencial, con la víctima (...) El hecho es que aquel árabe mató al cordero, y de anciano de capa blanca se convirtió en sacerdote oriental que hace un sacrificio (...) Estábamos sentados en torno del fuego, mirando aquel movimiento de matar, el brillo del cuchillo, la sangre que manaba a chorros, y todos teníamos el mismo resplandor en los ojos. Entonces comprendí que aquellos hombres viven todavía cercanos al acto de matar: la sangre es una cosa conocida para ellos, el brillo del cuchillo es un fenómeno tan natural como la sonrisa de una mujer o la lluvia. Aquella noche comprendimos que en Oriente todavía se conoce el sentido sagrado y simbólico de matar, y también su significado oculto y sensual. Porque (...) todos aquellos hombres sonreían (...) y miraban con una expresión de éxtasis y arrobamiento, como si matar fuera algo bueno, algo cálido, algo parecido a besar. (...) Claro, nosotros somos occidentales (...) Nosotros también matamos, pero lo hacemos de una forma más complicada: matamos según prescribe y permite la ley. Matamos en nombre de elevados ideales y en defensa de preciados bienes, matamos para salvaguardar el orden de la convivencia humana. No se puede matar de otra manera. Somos cristianos, poseemos sentimientos de culpa, hemos sido educados en la cultura occidental (...) Nuestra historia, antigua y reciente, está llena de matanzas colectivas, pero bajamos la voz y la cabeza, y hablamos de ello con sermones y con reprimendas, no podemos evitarlo, este es el papel que nos toca desempeñar. 



El último encuentro (otras citas, aquí).

2 comentarios:

  1. Hay ideas muy valiosas en los fragmentos elegidos, Betina. Me interesó aquello de aprender a soportar lo que somos. Soportar la vida también que no es fácil para nadie. Me gustó esa crítica a los que exigen fidelidad a sus parejas sin entender que se trata, en realidad, de un acto egoísta y poco amoroso. Podemos exigir autenticidad. Que si alguien está con nosotros no esté con otros en ese mismo instante. Pero solo eso.
    L.

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  2. Supongo que el tema está en los acuerdos. Si la otra persona no es feliz y se siente esclava siendo fiel, tal vez no sea el/la compañero/a más acorde a quien cree en la monogamia. Tal vez le convenga más un tipo de pareja abierta.

    Siempre pensé que era fácil sentir el cosquilleo del enamoramiento con uno y otro y otro más, pero más difícil amar en profundidad. Más difícil, más rico, más complejo, más comprometido. Un verdadero desafío, a mi modo de ver.

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